lunes, 31 de agosto de 2009

49.- EL CIRCO


EL CIRCO.

De pequeños queremos ser mayores, y cuando la función ha comenzado, descubrimos que la hermosa trapecista nos es más que una huesuda maquillada, que desafía a la muerte saltando sin red. Que el payaso de sonrisa pintada no es más que un pobre hombre atormentado. Que el fiero león, condenado a vagar por los rincones de su jaula, no es más que un gran gato desdentado.

Entonces caemos en nuestra inmensa estupidez, pensamos que nuestra parte animal se ha revelado. Que somos hombre y lobo, que debemos acallar a la bestia que llevamos dentro. No alcanzamos ha comprender, que dentro de nosotros vive la lagartija gris, la serpiente, el escorpión y el zorro… solo unos cuantos intuyen el dragón alado o el águila que llevan dentro… pero nunca llegamos a verlo.

Demasiados personajes para vivir dentro de un mismo pecho, muy débil gancho para tanto peso.

Al igual que la trapecista, el payaso o el león, tenemos que seguir con nuestra función… y somos padres pagadores de impuesto, vecino y ciudadano, televidente idiotizado, carne descerebrada perteneciente a la manada… y nos sentimos viejos y cansados.

Es entonces cuando comprendemos, y salimos corriendo hasta la mismísima puerta del infierno, para vender nuestra entrada al Ángel Negro y poder a cambio ser niños de nuevo.