Cuando el lobo aullaba a la luna corría en libertad. Si tenía que matar mataba y se tenía que morir moría.
Pero el hombre le enjauló tras la alambrada, y el lobo perdió el brillo en su mirada.
Y como tenía el hombre miedo vendió su alma a políticos y banqueros, para que el lobo nunca saliera de su agujero.
Y desde entonces lobo y hombre temerosos y sin esperanza alguna, no tienen valor para aullarle a la luna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario