martes, 10 de junio de 2008

21.- LA CINTA DE PALO


LA CINTA DE PALO.

Corría el año 84, me encontraba saltando por la playa con una Derbi FD “emprestada” con tan mala fortuna que en uno de esos saltos caí de espaldas sobre la arena y la moto me cayó encima, el golpe fue tan fuerte que perdí el conocimiento. En la consulta del ambulatorio me dijeron que tenía contusión de músculos, que debía de ejercitar la pierna lo máximo posible. Estuve una semana andando con un bastón, pero el dolor era insoportable así que me llevaron a un hospital para que me hicieran radiografías. Ese mismo día los compañeros de 5-FP salíamos hacia la Casa de Ejercicios espituales de la Inmaculada .Ya había tenido la suerte de haber estado allí el año anterior, y la verdad no me importaba repetir. Te levantabas a la seis de la mañana con cantos gregorianos, la ducha y sin desayunar bajabas a la capilla a meditar. Mi colega el Largo tenía que despertarme a codazos la mayoría de las veces para que mis ronquidos no rompieran el silencio de la meditación ni la armonía de los meditadores. Luego el desayuno y comenzaban las charlas y coloquios hasta la hora del almuerzo que nos servían las monjas; siempre tuve mis dudas sobre la carne que flotaba en medio de la sopa, ¿no serían de los pobres desgraciados que nunca contestaban cuando pasaban lista?. Un ratito de tiempo libre y vuelta a las charlas y coloquios, merienda y más charlas y coloquios hasta la hora de la cena.
Yo sabía a lo que iba y lo tenía todo preparado para la ocasión. Ropa limpia, el cepillo de dientes, el radio casset, papel y boli para escribir, tabaco, mechero, papel de arroz para fumar, material del bueno para echárselo al papel de arroz, alguna que otra botellita de licor pal frío. En fin lo normal que uno se lleva a una casa de ejercicios espirituales.
La idea era sencilla como casi siempre, después de hacerme las radiografías y que confirmaran mi contusión de músculos saldría disparado para limpiar mi espíritu. Lo tenia todo calculado, lo mas complicado iba a ser esconder dentro de los ascensores las camas a las niñas de auxiliar administrativo (que venían a dichos ejercicios junto con el curso de automoción al que yo pertenecía).Pero de eso se encargarían mis compañeros. Lo de pasear por las cornisas de las ventanas y cambiarse de habitación para montar el garito ilegal, pues también tendría que dejárselo a ellos, pues el año anterior comprobamos que no era tan difícil pasar de una habitación a otra sin caer al vació, además ya era hora que comenzaran a hacer algo sin contar conmigo; de todas formas yo estaría esperándoles en la habitación con mi pata tiesa donde montaríamos el tugurio al estilo Chicago de los años 20. Ya se sabe música, cartas, alcohol, porros y alguna que otra valiente administrativa rulando por la habitación en bragas.
¡Siguiente! ¡Señora su hijo tiene rotura de cotilo! ¡Tiene roto el hueso que une la cabeza del fémur con la cadera! ¡Así que tendrá que ingresar un tiempo ¡QUEEEEEEEE?¿DONDE ESTA MI CONTUSION DE MUSCULOS?¿Y MIS FUTURAS SECRETARIAS EN BRAGAS PASEANDO POR LA HABITACION?.
Cojí la mochila con todas las típicas cosas que se llevan a una casa de ejercicios espirituales y me amarraron a una cama que parecía el Juan Sebastián el Cano, toda llena de hierros, tubos pesas y poleas de la que colgaba mi pierna izquierda.¡QUE MALA PATA! Nunca mejor dicho. Estoy seguro de que mis colegas se acordarían de mí, más que nada porque yo era el encargado de llevar la música y la grifa. Pues que se jodan, yo también me acordaré de ellos mientras me fumo el material amarrado a la cama, y sobretodo de las futuras secretarias en bragas rulando por la habitación.
Fueron dos meses con la pata tiesa, unas cuantas semanas echando carreritas en las sillas de ruedas por los pasillos con los demás tullidos que andaban por allí y seis meses con muletas.
Allí me hice con unos cuantos colegas que venían a visitarme, a escuchar buena música y a impregnarse de suaves aromas. Quien me iba a decir que el garito ilegal iba a estar montado en una habitación de hospital. Hasta el ATS de guardia se pasaba la noches a los pies de mi cama envuelto en los vapores.
En una de las visitas familiares vino mi abuela. ¡Agüela, dile a mi hermano que te de la cinta de Leño!, le dije. Cuando llego a casa le dijo a mi hermano. ¡Dice el Pepe que me de la CINTA DE PALO pa llevársela! ¿La Cinta de Palo? ¡Si la cinta de palo o tarugo o algo así!¡DE LEÑO AGUELA , DE LEÑO? ¡VES YO SABIA QUE ALGO DE MADERA ERA!.
Todavía 24 años después mi abuela con 93 años a sus espaldas me dice con cariño. ¿TE ACUERDAS DE LA CINTA DE PALO? Y nos descojonamos, ella acordándose de la anécdota y yo acordándome de la casa de ejercicios espirituales y sobre todo de las futuras secretarias en bragas rulando por el garito ilegal montado al estilo de los años 20.

No hay comentarios: